domingo, 20 de febrero de 2011

PERDIDOS EN EL ESPACIO

Dice Freud que el ser humano ha sufrido tres des-centramientos. El primero, Copérnico-Galileo, donde el ser humano advierte que su Tierra no es el centro del Universo. Es más, más adelante se conjetura que somos un planeta perdido en uno de los sistemas solares más alejados del centro de nuestra Galaxia, en medio de otras infinitas Galaxias (o sea que no es que estemos lejos, sino que no estamos en ningún lado :-).

El segundo es Darwin. Resulta que no seríamos algo único y especial, sino el último eslabón evolutivo de los mamíferos. Si a eso agregamos el Bing Bang, seríamos el último paso evolutivo del polvo de las estrellas. ¡Ahora sí que del polvo venimos y al polvo regresamos! :-)

Y el tercero es él mismo. Ya no somos “yo”, ya no somos “yo soy”, sino que somos ello, yo y súper yo, e inconsciente, pre-consciente y consciente. La cosa se complicó. Esa cosa complicada somos nosotros. Ya no sabemos quién habla cuando habla. Quién hizo qué. Si somos esa persona moderada en la vigilia o ese loco en los sueños. ¿Y si ese loco decide ir a la vigilia?

Pero los tres des-centramientos han ocasionado problemas con cierta visión de la religión. Galileo tuvo problemas porque Jesucristo se encarnó en la Tierra, ¿cómo la Tierra, entonces, no iba a ser el centro del universo? Y de Darwin, ni hablar. ¿No creó Dios al hombre? Y Freud, ¡qué horror! ¡Somos nada más que una complicada estructura psíquica que trata de dominar fallidamente nuestra libido! ¡Un mamífero evolucionado, perdido en el espacio y pan-sexualista!! ¡AAAAAYYYYYYYYY!!!!! :-)

Lo paradójico es que esos tres des-centramientos nos han hecho bien. Quiero decir, bien a nuestra visión religiosa, a nuestra madurez religiosa.

La Tierra no es nuestro centro. Nuestro centro es Dios. Eso no quiere decir que no tengamos los pies en la Tierra. Si hay un río ponemos un puente; conviene poner la luz de giro si vas a doblar; mejor bajar por la escalera que por la ventana, y no esperes –Woody dixit- un plomero un Domingo :-) Pero no conviene olvidar que Dios es más firme que el piso que pisas.

¿Y Darwin? Ningún problema en que Dios haya puesto en la creación fuerzas evolutivas y que haya elegido a los mamíferos para nosotros, por eso nos llevamos tan bien con los perritos. Lo que las conjeturas científicas no pueden afirmar ni negar, es si tenemos un alma espiritual o no. La Fe, en diálogo con la razón, dice que sí, y en ese caso, es obvio que Dios la infunde en la materia que quiera y la trans-forma. Nuevamente, dependemos de Dios.

¿Y Freud? Nos hace muy bien tomar conciencia de las dificultades de nuestra psiquis, y de la complejidad de sus funciones. Después del pecado original, trabajarás con sudor, parirás con dolor, y con dolor formarás tu psiquis. Pero eso, yo, super yo, etc., no son tres personas, son tres funciones psíquicas de una misma persona. La persona eres tú. Pero tú no eres el yo como función de la psiquis. Tú eres algo más profundo: tu esencia individual, creada por Dios, que habitualmente la tenemos tapada por neurosis y negaciones de las neurosis, fabricando de nosotros la imagen exactamente contraria: el super-man que quiere evitar el antihéroe resultante de la neurosis. Justamente el psicoanálisis es una mayéutica de ti mismo, que te permite llegar a ver algo de esa esencia que eres tú, creada por Dios. Conócete a ti mismo, y llega a la última habitación interior (Santa Teresa). Y si Freud fue pan-sexualista o no, ¿es relevante? El asunto es que SOMOS sexuados. Tu persona, esa esencia individual, es varón o mujer, tu espíritu NO es asexuado (Edith Stein). Y esa sexualidad se manifiesta en todo: cuando rezas y cuando te casas (y no dejes de rezar después de casarte :-). Por lo tanto, si tu sexualidad va para cualquier lado, eres tú el que va para cualquier lado. Por ende el psicoanálisis es una profilaxis preventiva, y curativa, para todo ser humano, y para encontrar mejor la vocación individual puesta en ti por Dios, que no es más que tú mismo.

Así que sí, estamos perdidos en el espacio, y no importa. Porque si estamos atentos, no estaremos perdidos en cuanto a nosotros mismos. Dios nos sostiene de la mano, y el real estar perdido es no saber quiénes somos. El espacio es, realmente, el espacio de tu alma. Dios está esperando que despiertes. Si no, sí que estás perdido en el espacio.

7 comentarios:

Pablo dijo...

Muy lindo final. Además muy Husserl :)

Un dato interesante: tengo entendido que los últimos estudios de historia -que son ya casi trabajos de arqueología- muestran que el hombre del occidente medieval cristiano no tenía realmente al hombre y su mundo por centro del universo, sino un poco "por debajo" en su imagen casi geográfica del espacio debido al pecado original. De hecho el centro y las alturas estaban reservadas para el mundo antes de la caída y para Dios. Hay un libro de Le Goff que te regalé que te puede servir. Este historiador, junto con casi toda la Escuela de los Annales, nos recuerda que nuestra visión del mundo medieval y del pensamiento cristiano pre-moderno está demasiado oscurecido por el último Renacimiento, limitado por el iluminismo y finalmente distorsionado por el romanticismo. Por ejemplo, los años de la Biblia eran figuras interpretadas como millones de años por cada uno. También la idea de alma como forma del cuerpo coincidía con una concepción todavía más materialista de la consciencia que la de muchos filósofos de la mente contemporáneos, al punto de entender el pensamiento como -si mal no recuerdo- un fluido dentro del sistema nervioso.

El modelo heliocéntrico fue apoyado por gran parte de la Iglesia porque esta visión no sólo les parecía más explicativa desde un punto de vista astronómico, sino más cómoda de acuerdo a las lecturas de la Biblia y al sentir heredado por la Edad Media. Yo creo que Freud y Copérnico no hubieran molestado gran cosa al hombre de la Alta Edad Media. (Einstein todavía menos ¡aunque supongo les hubiera resultado demasiado esotérico! ...por no decir inentendible). Es más: Freud les habría parecido en más de un sentido una corroboración de la interpretación cristiana sobre la naturaleza contradictoria del hombre. Darwin sería otra historia, pero hasta por ahí nomás. Él mismo decía: "Linneo y Cuvier eran mis 'dioses', aunque cada uno de manera distinta, pero resultaron unos simples escolares en comparación al viejo Aristóteles". La imagen aristotélico-tomista del universo es bastante más compatible con una teoría evolutiva de las formas de vida (sea por selección natural o no) que una "creacionista" (y lo digo siendo un detractor de la ortodoxia darwiniana y neodarwiniana: por intuición más amigo de Lamarck).
Te recomiendo, en relación con todo esto, un artículo de Rafael A. Martínez titulado "Ciencia, filosofía y teología en el proceso a Galileo" editado en la revista "Investigación y Ciencia" (la edición española de "Scientific American") de julio de 2009. Eso sí, no sé si se podrá conseguir en línea.

Pablo dijo...

En cualquier caso creo que estamos demasiado cautos ante la imagen de una intervención divina, de simplemente uno o varios milagros sobrenaturales en diferentes etapas de la creación del universo y de las transformaciones en la naturaleza y las formas de vida, incluyendo la modificación del presente que usamos como medio para suponer el pasado (de una manera que suena orwelliana pero que no sería solipsista sino real). ¿Por qué no? Si se puede pensar algo como una parusía seguida de una resurrección de la carne ¿por qué no pensar su caída? Casi hay miedo de admitirlo. Es simplemente una probabilidad, que no sería una dificultad para un Dios omnipotente. Es un poco gracioso ver los límites que se le imponen al sentido común contemporáneo sobre lo posible y lo imposible, al punto por el cual se incluye dentro de lo posible todas las formas imaginables de simulación de lo imposible ¡incluso sin necesidad de comprobación!, dicho lo cual se logra a priori negar lo sobrenatural (sobrenaturalidad cuyas fronteras tuvieron que correrse un gran trecho desde que la física nuclear y la física cuántica convirtieron respectivamente en metafísicos y paradojales los cimientos del mundo físico).

Insisto, creo que el gran golpe para la cosmovisión cristiana del universo no fueron ni Freud ni Darwin ni Copérnico (o sea, lo fueron, pero más bien para su versión aburguesada y moderna). El verdadero golpe vino, a mi humilde entender, con Newton y el mecanicismo (combinado con la idea cartesiana de materia como extensión), o sea: con la médula cultural de la sociedad industrial que parecía más fácilmente adaptable al cristianismo a través del capitalismo protestante, pero que como Weber demuestra, no lo era. Paradójicamente fueron Einstein y Schroedinger quienes nos salvaron de un completo "desencantamiento del mundo". Creo que si Nietzsche hubiera conocido al cristianismo primitivo y medieval se habría quedado sin material para escribir su "Anticristo".

Nuevamente, esta es, con todas sus imprecisiones, sólo la opinión de alguien que apenas hace algo más que tocar de oído. O sea: se requieren tus comentarios :)

Un fuerte abrazo.

Gabriel Zanotti dijo...

Pablo, con respecto al 1er comentario tenés toda la razón. El drama con la intelectualidad católica se produce DESPUÉS de la condena a Galileo (habría muuuuuuuuucho para hablar sobre ello)....

Juan Manuel Bulacio dijo...

Sinceramente me parece un razonamiento muy forzado. En mi opinión las premisas no son válidas. Vale como ejercicio intelectual, pero me parece tan vacío como el núcleo del propio psicoanálisis. Espero que la esencia que Dios puso en el hombre sea mucho más rica que ese enjambre de estructuras, sexualidad y pseudodiagnósticos. Disiento con respeto. Un abrazo. JM

Gabriel Zanotti dijo...

Juan Manuel, claro que "...la esencia que Dios puso en el hombre sea mucho más rica que ese enjambre de estructuras, sexualidad y..." (yo diría neurosis). Pero precisamente para llegar a ella, hay que romper la estructura de nuestras neurosis. Yo no veo vacía a la estructura teórica del psicoanálisis. En todo caso, por vacío querrás decir falso, y Freud escribió tanto que habría que especificar a qué te refieres.............

Anónimo dijo...

Brillante! JR

Anónimo dijo...

Coincido con Bulacio en el tema psicoanálisis a pesar de no ser creyente .
Las personas son seres vivos , no teorías verdaderas o falsas esperando que las refuten o disequen . No cualquiera puede atender personas en problemas , hace falta diagnosticar bien para curar bien y el psicoanálisis sólo sirve hasta lo que conozco para algunas neurosis . Aquí está tan inflado como los que lo practican .

El escrito no dice nada nuevo aunque une tres teorías que en su momento conmovieron a la Iglesia . Para aportar algo nuevo diría que el impacto del darwinismo no se reduce a la polémica para el show de creacionistas vs evolucionistas . El impacto hay que buscarlo en Haeckel-Gould por aquello de que la ontogenia recapitula la filogenia . Si este principio llamado de recapitulación se aplicara a los estados de conciencia , condición necesaria para la existencia de libre albedrío , estaríamos en el dilema de que o no somos libres o hay otras especies tan libres como nosotros . Ya hay evidencias filmadas de la existencia de asesinatos planificados entre primates con motivos parecidos al humano ( robo , sexo , viejas venganzas ) . Habría que ver en ese caso adonde iría a parar una supuesta ley natural cuando el nuevo simio evolucionado alegue que es el verdadero centro de la creación como pasaba en "El planeta de los simios" y a rajatabla sostenga que no va contra la ley natural comer seres humanos como nosotros hacemos con las vacas . No hay razonamiento en planteos cerrados , sólo fanatismo religioso disfrazado de racionalidad prestada . La evolución está abierta hoy . Es tan válida la explicación "porque Dios así lo quiso" como decir "porque el Universo es así" . Al menos Darwin y Freud eran prudentes porque no avanzaban donde hay que decir no sé . Eran agnósticos . Perdido está quien no tiene sentido en su existencia , pero el sentido no tiene porque ser Dios . Lo que me hace recordar que las terapias funcionan por la fe en si misma más que por creer en alguna teoría o persona humana o divina . Abrazo . M.S