domingo, 18 de junio de 2017

Día del padre ¿Solo una celebración comercial? Por Roberto Estévez.



El día del padre[1] es una de varias celebraciones comerciales, para que gastemos dinero en una época del año donde no gastamos tanto como en Navidad (que irónicamente no era una fiesta comercial cuando comenzó a celebrarse[2])

Sin embargo, con la edad uno va descubriendo que no importa tanto quién invitó a la fiesta cuanto poder ir cultivando la idea de que la vida es la fiesta y que quien, a pesar de los inevitables claroscuros de su tiempo, aprende a vivirla, puede llegar a vivirla para siempre[3].

Cada fiesta puede llegar a traernos una buena noticia. Este domingo se vuelve así un recuerdo de la paternidad y una invitación a la celebración de lo masculino.

Después del feminismo y después del machismo[4], es oportuno pensar qué es ser varón y qué es ser mujer.


El problema de lo masculino después del feminismo

El significado originario de Adán no es “varón”, sino “ser humano”. Dios formó al ser humano de la tierra. Adán viene de “Adama” (= suelo, tierra). Él ha sido tomado de la tierra y a la tierra volverá con la muerte. Pero la tierra recibe el hálito de vida que Dios insufló a Adán en su nariz. Así, pues, hay a la vez algo divino en el ser humano[5].

El ser humano se siente solo. Dios crea entonces toda clase de animales y se los presenta. Él pone a cada cual su nombre. Pero en ellos “no encontró una ayuda adecuada”[6]. En el mítico relato (“Palabra de Dios en lenguaje humano”), de la costilla de Adán, Dios crea entonces una mujer. De ella puede decir Adán: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer (ischah), porque del varón (isch) ha sido tomada. Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”. “Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, pero no se avergonzaban el uno del otro”[7].

En este relato, señala Anselm Grün[8], el hombre aparece como referido hacia la mujer. Ambos forman una unidad profunda. El varón suspira por la mujer. Encuentra su plenitud sólo cuando se sitúa ante la mujer en una buena relación. Varón y mujer se complementan. La historia de Adán y Eva esclarece no sólo la profunda unidad y la mutua pertenencia, sino también las motivaciones de las luchas de sexos que traspasan toda la historia de la humanidad.

Es evidente que el varón puede llegar a ser plenamente hombre sólo si reconoce a la mujer en paridad de rango y de valor y si se deja inspirar por ella. Esto se hace realidad sólo cuando él integra en sí a la mujer, cuando él entra en contacto con su “ánima”, tal como Jung designaba la parte femenina del alma masculina.


El camino y los valores del varón en la antropología bíblica

La siguiente dimensión de lo masculino que nos presenta la Biblia es Abraham, el varón peregrino el que sale de su tierra en una ambigua búsqueda donde deberá discernir su ideal de los múltiples ídolos que quieren captar su vida.

Hace muy poco tuvimos un Encuentro de un fin de semana para varones adultos y recibimos el regalo de que uno de los varones participantes tenía setenta y nueve años y era padre de otro participante de treinta y seis. El gozo de la paternidad, el amor del padre al hijo y del hijo al padre, que pudimos celebrar esos días, dejó una marca profunda en muchos de los participantes sobre su deseo de ser padres que aman y son amados por sus hijos, pero también despertó una inquietud similar a la de Isaac el huérfano de padre.

Es otra dimensión masculina, la necesidad de salir al mundo para iniciar la búsqueda del peregrino, hace necesario tomar distancia del padre, pero es una distancia que parte en línea recta en sentido contrario y que por tanto, algún día, el mismo movimiento de alejarse (valga aquí la imagen de la redondez de la tierra) debe llevarnos a el reencuentro[9].

Es Isaac, el huérfano de padre, el que en Jacob alcanza su plenitud como padre, el patriarca del cual se derivan las doce tribus de Israel. La paternidad que origina un pueblo bendito por todas las generaciones.
Si bien el Patriarca es una de las dimensiones masculinas más fuertes del Antiguo Testamento no es la única. La escritura nos presenta, de la mano de otros varones, otras dimensiones de lo masculino, que son a la vez otros valores de lo masculino: José el soñador, Moisés el guía, Sansón el guerrero, David el rey, Salomón el amante, Elías el profeta, Job el sufriente, Jonás el bufón, Pedro la roca, Pablo el misionero, Juan el amigo y el anciano sabio.

Cada una de ellas va desplegando lo masculino en relación:
El peregrino, el huérfano que se hace padre, es esposo que recibe y protege,
el soñador, el guía, el guerrero y el rey en su acción transformadora,
el soñador, el profeta y el sufriente en sus diferencias,
El bufón, el amigo y el amante de la esposa,
El bufón, el amigo y la roca de su esposa y amigos,
El anciano sabio antes de morir.

Concluyendo, el varón ha sido tomado de la tierra y a la tierra volverá con la muerte. Solo llegó a ser plenamente hombre si reconoció a la mujer en paridad de rango y de valor y si se dejó inspirar por ella[10].

La cultura postfeminista está todavía en una etapa de disolución de las diferencias. En este como en los restantes terrenos, el reconocimiento de las diferencias es parte del camino para reconocer una identidad que es diferencia y hace a las personas únicas en la igualdad.


Roberto Estévez
roberto.estevez@santodomingo.edu.ar



[1] La tradición católica europea lo conmemora el 19 de marzo, día de San José, padre de Jesús.
Sin embargo, Francia, Reino Unido y muchos países iberoamericanos, adoptaron la fecha norteamericana, el tercer domingo de junio.
[2] Donde “Papa Noel” que trae los regalos, sustituye el Niño que es el regalo en el pesebre.
[3] "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.” Evangelio según San Mateo 5,1-12.
[4] Una hipótesis para investigar psicológica y sociológicamente, es hasta qué punto la desaparición de una identidad masculina favorece la identificación con estereotipos islámicos en Europa y machistas en Iberoamérica. Del modo que el miedo a sí mismo es negado mediante la cosificación del otro.
[5] Gen 2,7.
[6] Gen 2,20.
[7] Gen 2,23-25.
[8] En su libro “Luchar y Amar” que seguimos en estas líneas.
[9] Una pequeña nota no sirve para agotar el tema, pero podría sernos útil en esto la parábola del hijo pródigo, que es inevitablemente la del padre misericordioso. Donde el hijo a quien no le correspondía el campo en herencia sale buscando su ideal y queda enredado en los ídolos, necesitando de volver al padre para estar liberado.
[10] Desafío común a los varones que conviven con mujeres y a los que han elegido ser célibes. Ineludible para la madurez humana de unos y otros.

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