jueves, 29 de diciembre de 2011

MI HERMANO, PROFESOR DE LITERATURA

Ayer, después de la Misa por los 20 años de la muerte de papá, tuvimos todos una reunión familiar, en casa.

De repente, mi hermano Pablo pidió la palabra y dijo que quería recitar una poesía que venía bien para la ocasión. Pidió reservarse para después el nombre del autor.
La recitó tan bien, con tanta comprensión y emoción por lo que estaba diciendo, que todos nos quedamos mudos, emocionados y extasiados. Yo tuve que hacer un chistecito para que todos recobráramos el aliento (bueno, después de mi chiste lo perdieron de vuelta para ya era otra cosa… :-)) ).

Era un soneto de Borges. Pablo explicó el sentido del soneto, lo comparó con otros autores, explicó de qué modo Borges había reinventado el soneto, nos lo hizo ver recitando la poesía de diferentes maneras (poniendo el acento en las rimas o no); de qué modo se ubicaban las palabras, etc.

Todos escuchábamos atentamente. Pero no sorprendidos: Pablo es una enciclopedia viviente de literatura, historia, historia política, geografía, pero no es sólo memoria: entiende, comprende, relaciona, y por ende, cuando habla, enseña.

¿Qué “es” Pablo? Para el sistema educativo formal, nada. No tiene ningún título que lo habilite a enseñar, en esta sociedad de esclavos donde necesitamos la anuencia del dueño de la granja para que alguien pueda enseñar formalmente.

En una sociedad libre, Pablo podría ser llamado por cualquier universidad para ocupar un puesto docente, y en el aula se verían todos sus “certificados”: sencillamente, la realidad habla por sí misma.

Pero mientras tanto, en esta sociedad esclavista, quien no pasa por la aprobación de otros seres humanos que coactivamente aprueban o desaprueban, erigiéndose en los sabios que juzgan al resto, Pablo será un cero para el sistema, como tantos genios sueltos que andan por el mundo sin que sus alumnos potenciales puedan gozar de su presencia, mientras muchos otros ignorantes y malas personas, pero con un cartoncito estatal, siguen haciendo tanto daño.

Si, claro, en el sistema que propongo una universidad podría poner a Tinelli a enseñar ética, y tal vez tenga muchos “alumnos”, pero si alguien cree que los sistemas estatales de control nos protegen de pequeños hitleres y tinellis en las aulas, está muy equivocado, y si alguien piensa que algunos seres humanos necesitan ser protegidos coactivamente por otros seres humanos, eso se llama, precisamente, esclavitud.

Mientras tanto mi hermano seguirá siendo profesor de Literatura, pero invisible. Tus alumnos de ayer, sin embargo, jamás olvidaremos tu clase magistral.

6 comentarios:

Roberto Andrade dijo...

Buena reflexión, Gabriel. Siempre me ha sorprendido la cantidad de gente que sostiene que la mediocridad manifiesta de las Universidades latinoamericanas no se relaciona con su intensa politización ni con las condiciones propias de las economías emergentes, sino con que se permita trabajar a gente sin cartones de 3er o 4to nivel.
Saludos desde Ecuador.

Quique Figueroa dijo...

El sistema de títulos es complejo, lleno de trabas y lo peor es como Vd. menciona, la cantidad de eximios docentes que se pierden.
Pienso en Mischa Cotlar, u otros autodidactas que tienen un mérito inenarrable, amén del empeño que le ponen a lo que hacen.
Por eso es necesario dar a difusión los nombres de personas que a uno lo incitan a pensar, investigar y debatir.
Una experiencia interesante es la que propone David Gilmour, educando a través del cine, viendo pelis en conjunto. Cineclub es un broli precioso (solo hallé disponible la versión en italiano), y me parece tiene algo que ver con esto que Vd. relata.

Dolores dijo...

otro angulo del problema argentino: en un país más "normal" tu hermano estaría publicando libros y enseñando desde las páginas (reales de papel o virtuales) Pero en la Argentina que nos tocó vivir es casi imposible publicar y vivir de lo publicado... para más datos podríamos preguntarle a Borges...

María Antonieta Arnal Parada dijo...

Deberìa tener un blog para que escriba todo lo que sabe sobre literatura.

Sebastián S. dijo...

El otro día leí una breve reseña biográfica sobre Giovanni Papini en la cual se lo defenestraba porque había enseñado en la facultad sin tener ningún título habilitante. Pobrecitos los que piensan que eso está mal.

Anónimo dijo...

Gabriel, comparto en parte el espíritu de este post, pero creo que el ejemplo que elegiste no es bueno. De hecho, la pregunta que plantea es tan rara que me deja medio perplejo. Podría formularse así: ¿Por qué mi hermano debe cumplir una FORMALIDAD para dar clases en el marco del sistema educativo FORMAL?

Por como se desarrolla luego el post (crítica al Estado y exaltación de una supuesta sociedad libre donde esta clase de formalidades no serían necesarias) creo que cometés dos errores:

1) No se deja constancia de que tu hermano tranquilamente podría montarse un taller literario y dar clases fuera del sistema formal, y hasta podría irle mejor si es realmente bueno. Tampoco de que podría dar cursos, conferencias, seminarios, master-class y hasta disponer de una cátedra en instituciones privadas si sus méritos en la materia lo permiten (o sea, si es un escritor o intelectual reconocido en el campo de las letras; tampoco le van a dar esa chance a cualquier hijo de vecino sin otra experiencia que recitar poesía en el ámbito familiar, seamos realistas).
2) Se olvida que este tipo de formalidades exceden el ámbito educativo monitoreado por el Estado. Hoy en día, en cualquier empresa, hasta para ser cadete te exigen un título, y no me imagino a un responsable de RRHH contratando, por ejemplo, a un Gerente Financiero tan solo porque el hermano atestigüe que sabe mucho de números. Acá el estado no tiene nada que ver y la cosa funciona igual.

En fin: coincido con vos en que la sociedad nos impone día a día un sin número de formalidades y trabas burocráticas que nos complican la vida. Pero creo sinceramente que estas trabas y complicaciones exceden el ámbito puramente estatal.